Las 7 leyes espirituales del éxito - reseña crítica

En este microlibro encontrarás una prometedora guía, que invita a explorar los caminos de la abundancia, la realización, la consciencia universal y el despertar espiritual para alcanzar el éxito en la vida. 

Este libro propone 7 leyes espirituales para abrir los ojos a nuevos caminos y enfocar en la realización personal a través de una conexión profunda con los tiempos universales y los procesos de la naturaleza. Además, Chopra nos propone tres formas simples de aplicar cada una de estas leyes en nuestra vida cotidiana. No vinimos a este mundo para desarrollarnos con estrés y resistencia permanente. ¿Vamos a descubrir cómo?

La ley de la potencialidad pura

La primera ley es la de la potencialidad pura. Ésta hace foco en nuestra esencia, en la conciencia pura, que es la fuente de todo nuestro potencial y creatividad. Conectarnos con este aspecto permite abrir el campo de las posibilidades y trascender los obstáculos impuestos por el ego o la incertidumbre. Así, podemos experimentar la verdadera plenitud, la paz interior y manifestar con claridad nuestros deseos.

Para conectarte con este aspecto, puedes ensayar tres prácticas que pueden ayudarte. En primer lugar, la meditación, ya que habitar el silencio y la quietud nos permite experimentar nuestra verdadera esencia. En segunda instancia, el contacto con la naturaleza, que nos permite observar la belleza e inteligencia del universo y conectar con otros seres vivos. Por último el hábito de no juzgar, que nos libera de la permanente evaluación interna y de la dualidad correcto o incorrecto.

La ley del dar

La ley del dar, también conocida como la ley del dar y recibir, describe cómo el universo opera a través de un intercambio dinámico de energías. Al dar, mantenemos la abundancia del universo circulando en nuestra vida. Dar y recibir son aspectos diferentes del flujo de la energía en el universo, y cuando mantenemos este flujo activo, permitimos que la energía vital circule constantemente y mantenga la armonía.

Cuanto más damos, más recibimos, ya que al mantener la energía en movimiento, permitimos que la abundancia fluya. Puede tratarse de algo material o no material, lo más importante es la intención detrás del acto de dar. Si la motivación de ese gesto es crear felicidad para quien da y para quien recibe, se genera una circulación positiva de energía.

La ley del dar se puede aplicar de diversas formas en la vida cotidiana. Por ejemplo, al comprometernos a llevar un regalo a cualquier lugar al que vayamos y para cualquier persona con la que nos encontremos. Así, iniciamos el proceso de poner en circulación la alegría, la riqueza y la prosperidad. 

También podemos recibir con gratitud todos los regalos que la vida nos dé y estar disponibles para recibir lo que tengan que dar los demás. Otra poderosa forma de aplicarla puede ser comprometernos a mantener en circulación la abundancia al dar y recibir cariño, afecto, aprecio y amor en nuestra vida diaria.

La ley del karma o de causa y efecto

La ley del karma, también conocida como la ley de causa y efecto, dicta que nuestras acciones hacen circular la energía, que vuelve con una intención similar. En síntesis: cosechamos lo que sembramos. 

Por lo tanto, si deseamos crear felicidad y éxito en nuestras vidas, debemos sembrar las semillas correspondientes. Esto implica ser conscientes de nuestras elecciones en cada momento y considerar sus consecuencias tanto para nosotros como para los demás.

Cada decisión que tomamos, consciente o inconscientemente, contribuye a nuestro karma, que es el resultado acumulado de nuestras acciones pasadas. Sin embargo, tenemos el poder de cambiarlo al tomar decisiones conscientes que promuevan la felicidad y el bienestar de todos. 

Al observar nuestras decisiones y nuestras acciones, formulamos preguntas que pueden conducir a un karma evolutivo, marcado por la felicidad y el éxito para nosotros y los demás.

Trascender el karma implica entrar en el espacio de la conciencia pura, liberándonos así de las ataduras del pasado. Esto nos permite ser generadores conscientes de nuestra realidad, tomando decisiones que promuevan la evolución tanto individual como colectiva. Hay tres formas de aplicar esta ley en nuestro día a día: observar nuestras decisiones, formularnos preguntas acerca de ellas y, tras reflexionar, seguir lo que guíe nuestro corazón.

La ley del menor esfuerzo

La ley del menor esfuerzo se basa en la confianza en la naturaleza, que opera con facilidad y sin resistencia. Este principio, derivado de la filosofía védica, promueve hacer menos para lograr más.

Observando la naturaleza, vemos que todo fluye sin esfuerzo: las plantas crecen, los peces nadan, las flores se abren. Es una forma de “ahorrar” la energía para invertirla en donde nos haga crecer.

Esta ley invita a hacer menos para lograr más, utilizando la mínima acción para obtener resultados abundantes. Se fundamenta en la aceptación de las cosas tales como son, asumiendo la responsabilidad de nuestra situación y adoptando una actitud no defensiva. Al aplicar esta ley, podemos experimentar una mayor fluidez en la vida y realizar nuestros deseos con facilidad, alegría y armonía.

Hay tres formas de aplicar esta ley en nuestra vida: practicar la aceptación ante personas y circunstancias que se nos dan en el momento presente, sin ofrecer resistencia y adaptándonos a la realidad; asumir la responsabilidad de nuestra situación actual, así como de nuestras acciones y reacciones, sin culpar a terceros por los problemas que surjan; y adoptar una actitud no-defensiva, es decir, abrir la escucha a nuevas perspectivas, dejar de defender nuestro punto de vista y renunciar a la necesidad de convencer a los demás.

La ley de la intención y el deseo 

La ley de la intención y el deseo se fundamenta en la idea de que la intención y el deseo tienen un poder organizador infinito, lo que significa que podemos influir conscientemente en la realidad a través de ellos, tal como sucede con la energía y la inteligencia de la naturaleza. 

La atención y la intención son las dos cualidades inherentes a la conciencia que nos permiten dirigir este proceso: al mantener nuestra atención en un resultado deseado y liberar nuestra intención en el espacio de la conciencia pura, podemos activar el poder organizador del universo para manifestar nuestros deseos en esa dirección.

La intención focalizada debe estar acompañada del desapego al resultado. Mantenernos centrados en el momento presente mientras proyectamos nuestros deseos hacia el futuro nos permite influir en el campo de la potencialidad pura de manera efectiva.

Recordar que el pasado y el futuro son creaciones de la mente resulta fundamental para entender que el presente es la única realidad. Al liberar nuestras intenciones en el espacio silencioso de la conciencia y confiar en el universo para manejar los detalles, podemos crear cualquier cosa que deseemos.

Para aplicar esta ley, contamos con tres sugerencias: crear una lista de deseos y tenerla presente en todo momento; liberar estos deseos al universo, confiando en el trabajo que el plan cósmico tenga para cada persona; y practicar la conciencia del momento presente en cada acción, sin dejar que los obstáculos nos inmovilicen.

La ley del desapego

La ley del desapego nos enseña que para alcanzar algo en el mundo físico, es crucial liberarse del apego a los resultados. Esto no significa renunciar a la intención de alcanzar nuestros deseos, sino desprendernos del interés por el resultado y permitir que el universo determine los procesos. 

El desapego se basa en la confianza en el poder del verdadero yo, mientras que el apego surge del miedo y la inseguridad. Al combinar una intención concentrada con el desapego, obtenemos lo que deseamos con mayor facilidad. 

La verdadera riqueza proviene de la capacidad de tener lo que deseamos con un mínimo esfuerzo, pero metas claras. La incertidumbre, por otro lado, es el terreno fértil de la creatividad y la libertad. Al renunciar al apego a lo conocido y adentrarnos en lo desconocido con atención, entramos en el campo de todas las posibilidades. 

Esta actitud nos lleva a un estado de "buena suerte", donde la preparación se encuentra con la oportunidad, y las soluciones surgen espontáneamente para nuestro beneficio y el de los demás.

Aplicar la ley del desapego implica comprometerse cotidianamente con el desapego, evitando forzar situaciones o soluciones; abrazar la incertidumbre, reconociéndonos en la confusión; y abrirse al campo de las posibilidades, experimentando la emoción, la magia y el misterio de la vida, confiando que el universo nos llevará hacia la meta.

La ley del dharma o propósito en la vida

La ley del dharma, o propósito en la vida, establece que todos tenemos un propósito único que cumplir. Este propósito se relaciona con nuestros talentos especiales, nuestra esencia y con nuestra relación con los demás. Así, experimentamos una profunda satisfacción espiritual. 

Esta ley se compone de tres elementos principales:

1. Descubrimiento del verdadero yo: Cada uno está aquí para descubrir su yo superior, su esencia espiritual. Este proceso implica reconocer que somos seres espirituales teniendo experiencias humanas y buscar activamente la conexión con nuestra divinidad interior.
2. Expresión de nuestro talento único: Todos poseemos un talento único que nos distingue. Al descubrirlo y expresarlo, entramos en un estado de conciencia atemporal y experimentamos una profunda alegría.
3. Servicio a la humanidad: El propósito en la vida también implica servir a los demás. Al preguntarnos cómo podemos ayudar y poner en práctica nuestras respuestas, utilizamos nuestros talentos para beneficiar a la humanidad.

Por eso, para aplicarla en la vida cotidiana, debemos cultivar con amor el espíritu interior atemporal, dedicando tiempo a conectar con lo más profundo del alma a través de prácticas de meditación, reflexión tranquila o contemplación; identificar y expresar nuestros talentos especiales, hacerlos actuar a través del disfrute y poniéndolos al servicio de la humanidad; y preguntarnos cómo servir y ayudar cada día para acercarnos a nuestro propósito único.

Notas finales

La mente universal es la coreógrafa de cada aspecto del cosmos con una precisión asombrosa, y esta inteligencia divina se manifiesta a través de las 7 leyes espirituales. Al observar el funcionamiento de nuestras células, vemos un reflejo perfecto de estas leyes en acción: desde la potencialidad pura hasta el servicio desinteresado. 

Al aplicar conscientemente estas leyes propias de la naturaleza en nuestra vida diaria, podemos alcanzar el éxito y la plenitud. Empezamos reconociendo nuestra esencia divina y luego compartiendo nuestros dones únicos con el mundo, sintiendo una profunda conexión con el propósito de nuestra existencia. 

En este viaje cósmico, cada encuentro y cada acto de amor y generosidad contribuyen a la creación de abundancia y alegría para los demás, haciendo que cada momento sea verdaderamente significativo en la eternidad.

12min tip

"La búsqueda de la felicidad", de Victoria Camps, donde nos acerca un libro que pretende ayudar a abrir una puerta para iniciar un recorrido en su búsqueda, junto con las enseñanzas de distintos filósofos a lo largo de varios siglos.